Las redes sociales imponen en muchas personas, especialmente jóvenes, presión social por no perderse ningún plan y, sobre todo, mostrarlo al resto. Esto ha derivado en lo que se conoce como FOMO o miedo a perderse las cosas. En contraposición a este trastorno aparece el JOMO o el placer de perderse las cosas, una tendencia que comienza a ganar terreno y que según señala la Dr. Ángeles Esteban, directora del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea “a nivel psicológico parece una versión más saludable de vivir”.
“El FOMO ha sido una tendencia creciente que observábamos en consulta. De la mano de las redes sociales, las personas, especialmente en la adolescencia y adultos jóvenes han visto y vivido una «escaparatelización» de su vida privada. En consulta he podido escuchar repetidamente personas, especialmente jóvenes que comentaban que, si no lo ponían en Instagram, no existía”, señala la doctora. El FOMO provoca ansiedad al no poder asistir a eventos sociales o no poder utilizar el móvil, y puede llegar a derivar en inseguridades, problemas de sueño o baja autoestima.
Tras el ‘boom’ de los casos de FOMO comienza a aparecer el JOMO, un término completamente opuesto que enfoca a las personas en comprometerse únicamente con aquellas actividades que les brinden bienestar y consideren importantes. Es una forma de priorizar el autocuidado y la autenticidad en lugar de sucumbir a la presión social de estar constantemente conectados y participando en todo. Sin embargo, esta nueva tendencia que aparentemente se postula como beneficiaria puede tener su lado oscuro. El JOMO mal entendido o en personas con tendencia al aislamiento social puede favorecer su patología o dificultad. Ángeles Esteban explica que “lo importante no es la conducta en sí sino el por qué y para qué la realiza la persona”.
Para evitar que el JOMO conduzca al aislamiento, es fundamental la persona se implique en aquellos planes que sienta que son importantes para ella y hay que tener en cuenta que no todo es blanco o negro y no hace falta pasar de todos los planes a ninguno. “El JOMO puede ser muy saludable si se realiza de forma adecuada y coherente a las necesidades y valores de la persona. Sin duda, por todo ello una forma saludable de entenderlo bien es aquella que invita a la persona a publicar exclusivamente el contenido que le apetece compartir sin una respuesta a la presión social o a la necesidad de mostrar un escaparate de sí misma que poco se corresponde con su realidad”, concluye la experta.